Mentiras, engaños y el trabajo de las revistas

Osvaldo Reyes1

Autores/as

DOI:

https://doi.org/10.37980/im.journal.revcog.20242419

Palabras clave:

editorial, publicaciones académicas

Resumen

En el 2011 un profesor del departamento de Ginecología y Obstetricia de la Universidad de Melbourne (Australia) se encontró con una nota de remoción de un artículo científico. Este tipo de noticias siempre llaman la atención de los investigadores y se puso a leer. La notificación aclaraba que los datos presentados en el artículo retirado eran idénticos a los presentados en otra publicación previa, pero de España. La diferencia radicaba en que el artículo original estudiaba pólipos y el artículo retirado, miomas.

Mismos datos, patologías diferentes. La decisión de los editores de la revista fue la correcta, ya que, aunque nada es imposible, es poco probable que ese grado de similitud fuera fruto del azar. Solo para ponerlos en contexto, la probabilidad de que dos oraciones de veinte palabras sean escritas de manera idéntica en dos revistas diferentes (por autores diferentes) está en el rango de 1 x 10-80. En el reino de las estadísticas, es equivalente a “casi imposible”. Si a esto agregamos datos numéricos, se pueden imaginar que el número de 0 será mucho mayor y la posibilidad mucho más baja.

El profesor, quien era en ese momento editor de una prestigiosa revista de la especialidad, se tomó la tarea de ser más precavido con los manuscritos recibidos. Poco después recibió un manuscrito con datos, a su parecer, manipulados y lo rechazó, solo para descubrir que el mismo artículo, con los datos maquillados, había sido publicado en otra revista un año después.

¿A qué nos lleva todo esto? A recordar que los artículos que leemos pasaron por las manos de muchas personas, que no dejan de ser humanos. Si de un extremo tenemos a alguien con deseos de mentir, hay posibilidades de que las mismas pasen desapercibidas hasta que salgan impresas en el papel y aun así puede pasar mucho tiempo hasta que alguien descubra el engaño.

¿Cómo podemos evitarlo? Primero, del lado del investigador. Recordar por qué se investiga y que las mentiras pueden tener consecuencias en las vidas de muchas pacientes. Si a pesar de esto, su prestigio, posición académica o el dinero son más importantes, entonces está en la profesión equivocada. Que su conciencia sea su jurado y verdugo.

Del lado de los receptores, la detección dependerá de factores como el nivel del plagio (mientras más extenso, más probable); la experiencia del revisor y, de ser posible, el uso de herramientas de inteligencia artificial. Aun cuando se les tiende a estigmatizar, pueden ser muy útiles en este proceso. Con su capacidad de revisar en segundos millones de páginas de datos, artículos publicados y sitios de internet, la posibilidad de mentir y escapar con éxito se reduce.

Actualmente se estima que del 60 al 90% de los plagios serán detectados antes de la publicación.

Casi 100, pero no es una victoria absoluta. Solo nos queda desde esta plataforma abogar a su lado científico, apoyar a la ética en la investigación y recordarles las consecuencias del fraude. Después de todo, las mentiras del día de hoy pueden ser las normas de mañana.

Descargas

  • PDF

  • Publicado

    2024-08-30

    Número

    Sección

    Editorial