Editorial
[Editorial]O Reyes1
1. Revista FECASOG.
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Abstract
Uno de los artículos más descargados y leídos de la literatura médica moderna tiene un título que sugiere un contenido ominoso. Escrito por el doctor John Ioannidis, profesor de medicina y director del Centro de Investigaciones en Prevención de la Universidad de Standford, se titula “Why Most Published Research Findings Are False”, lo que se puede traducir a “¿Por qué la mayor parte de los hallazgos de investigaciones publicadas son falsos?”.El artículo, muy complejo en su fondo, señala que la mayor parte de las conclusiones que aparecen categorizadas como hechos en artículos publicados son prematuras, que muchas veces los autores exageran sin querer el efecto de los tratamientos estudiados y, lo que creo es el punto más importante, el resultado positivo de un estudio puede tornarse mucho menor, insignificante o inclusive negativo al ampliar la muestra o al repetir el estudio en una población de mayor tamaño.
Uno de los pilares del método científico es la reproducibilidad. La posibilidad de repetir un estudio en iguales condiciones, esperando obtener los mismos resultados o muy similares. Sin embargo, Ioannidis en otro artículo publicado en el 2005 (Contradicted and initially stronger effects in highly cited clinical research), después de analizar 49 estudios altamente citados (de los cuales 45 reportaban hallazgos positivos o tratamientos efectivos), menos de la mitad habían sido replicados (20 estudios-44%) y de ellos, en 7 (16%) el efecto obtenido resultó ser más fuerte, mientras que en otros 7 casos (16%) el resultado terminó siendo contrario.
El principio básico de la medicina basada en la evidencia es precisamente recolectar los mejores datos, de los estudios mejor diseñados y con las muestras más grandes, para tomar decisiones clínicas que sean de beneficio para nuestras pacientes. Sin embargo, a pesar de esto, no debemos perder de vista que si hay poca evidencia las conductas que tomemos se basarán en datos que podrían cambiar con muestras más grandes o heterogéneas e, inclusive, conductas reconocidas y avaladas por años pueden demostrar efectos inesperados a largo plazo, cuando se empiezan a popularizar o a utilizar en condiciones para lo cual no fueron estudiadas.
El papel del médico es actuar en base a la mejor evidencia disponible en su momento, pero esto no implica que debemos aceptarla como se nos presenta. La discusión entre pares, el análisis de la información disponible en la literatura y el mantenerse alerta de cualquier nuevo resultado, a favor o en contra, es la clave para la evolución de la medicina y la publicación de artículos, independiente de si el resultado es positivo o nulo, el primer paso para conseguirlo.
Abstract
Uno de los artículos más descargados y leídos de la literatura médica moderna tiene un título que sugiere un contenido ominoso. Escrito por el doctor John Ioannidis, profesor de medicina y director del Centro de Investigaciones en Prevención de la Universidad de Standford, se titula “Why Most Published Research Findings Are False”, lo que se puede traducir a “¿Por qué la mayor parte de los hallazgos de investigaciones publicadas son falsos?”.
El artículo, muy complejo en su fondo, señala que la mayor parte de las conclusiones que aparecen categorizadas como hechos en artículos publicados son prematuras, que muchas veces los autores exageran sin querer el efecto de los tratamientos estudiados y, lo que creo es el punto más importante, el resultado positivo de un estudio puede tornarse mucho menor, insignificante o inclusive negativo al ampliar la muestra o al repetir el estudio en una población de mayor tamaño.
Uno de los pilares del método científico es la reproducibilidad. La posibilidad de repetir un estudio en iguales condiciones, esperando obtener los mismos resultados o muy similares. Sin embargo, Ioannidis en otro artículo publicado en el 2005 (Contradicted and initially stronger effects in highly cited clinical research), después de analizar 49 estudios altamente citados (de los cuales 45 reportaban hallazgos positivos o tratamientos efectivos), menos de la mitad habían sido replicados (20 estudios-44%) y de ellos, en 7 (16%) el efecto obtenido resultó ser más fuerte, mientras que en otros 7 casos (16%) el resultado terminó siendo contrario.
El principio básico de la medicina basada en la evidencia es precisamente recolectar los mejores datos, de los estudios mejor diseñados y con las muestras más grandes, para tomar decisiones clínicas que sean de beneficio para nuestras pacientes. Sin embargo, a pesar de esto, no debemos perder de vista que si hay poca evidencia las conductas que tomemos se basarán en datos que podrían cambiar con muestras más grandes o heterogéneas e, inclusive, conductas reconocidas y avaladas por años pueden demostrar efectos inesperados a largo plazo, cuando se empiezan a popularizar o a utilizar en condiciones para lo cual no fueron estudiadas.
El papel del médico es actuar en base a la mejor evidencia disponible en su momento, pero esto no implica que debemos aceptarla como se nos presenta. La discusión entre pares, el análisis de la información disponible en la literatura y el mantenerse alerta de cualquier nuevo resultado, a favor o en contra, es la clave para la evolución de la medicina y la publicación de artículos, independiente de si el resultado es positivo o nulo, el primer paso para conseguirlo.
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